Hola a todos como estan?? aqui les dejo un ensayo que realice para la chafisima clase de desarrollo humano que lleve el año pasado en mi facultad de psicologia. Es una creencia popular, a menos a nivel discursivo, que la violencia es enemiga total de la libertad y un cancer en nuestra sociedad, si bien esto tiene algo de verdad, las monedas tienen siempre dos caras y puede ser que la libertad y la violencia esten no solo mas cerca de lo que nos imaginamos, sino que son incondicionales y necesarias la una con la otra.Es cortito, espero lo disfruten.Atte: Joaquin P. Muñoz KuehneViolencia y Libertad
A modo de introducción.
Creemos en la libertad como producto histórico derivado de un proceso dinámico de organización del "hombre" como ser social, sin que ello contradiga el rol de la "libertad" (la utopía hacia la libertad) como sentido de ese proceso, con independencia del criterio bajo el cual sea concebida la libertad en cada forma de de organización social.Nunca como ahora, las naciones oprimidas tras la utopía de la "libertad", habían logrado imponerse a la fuerza del poderío de un imperio en su esplendor, pero nunca imperio alguno había llegado a tal grado de desarrollo y acumulado tanto poder de aniquilación, que hoy llega a comprometer la existencia de la humanidad y del planeta mismo. Esta es una circunstancia sumamente peligrosa si entendemos que "libertad" y "violencia" son los polos activadores del "motor" de la historia que la condicionan y dirigen a conseguir el "fin socialmente necesario". Esta inequívoca unidad dialéctica, nada tiene que ver con la "deificación" de la violencia, sino que, producto de la observación de lo que ha sido el acontecer de la existencia del hombre sobre el planeta, se confirma la constante: "libertad-violencia" o mejor de la guerra en función de la libertad.Con todo y a pesar del chantaje nuclear y de destrucción total, la sociedad humana continua el tropismo que le lleva a buscar nuevas y más eficientes formas de organización que le permitan luchar, imponiendo su "guerra justa" contra la "guerra sucia" que imponen los beneficiarios de un sistema basado en el más craso egoísmo, que caduca, pero que pretende perpetuidad.El valor de la libertad determina la condición moral del hombre y la condición moral del hombre determina el valor de la libertad, tanto en lo individual como en lo social universal. Al individuo humano corresponde fijar el costo de su lucha contra el avasallamiento y la cuota de sacrificio, en función de la trascendencia de la comunidad humana como tal; trascendencia que lleva implícita la toma de una postura ética ante la contundencia de los hechos "reales", a los cuales asiste como objeto y sujeto de la sociedad que le alberga. No solo por la validez de la solidaridad, producto de una conjunción de intereses, sino fijando posición ante la circunstancia histórica que le es inherente y de la que ningún individuo puede "escapar" esgrimiendo recursos teóricos de "neutralidad". Aunque en un momento determinado, esta argumentada neutralidad, pueda parecer producto de un "elevado juicio", lo que realmente denota tal " pasividad, es una tacita aceptación de la tiranía y de la agresión de que es objeto toda la sociedad, la neutralidad argumentada o no, actuaría siempre al lado de los cómplices del opresor, aunque no de manera activa, no por ello menos dañina. Como diría Simona de Beavoir: "Sin duda, no es cuestión de retroceder antes sus consecuencias (las de la rebelión), porque la mala voluntad del opresor pone a cada uno la alternativa de ser enemigo de los oprimidos si no lo es del tirano.... El opresor no sería tan poderoso si no tuviera cómplices entre los oprimidos…la ignorancia es una situación donde el hombre puede estar tan estrechamente encerrado como en una cárcel".El juego dialéctico de la libertad y la violencia obliga al hombre a definirse como ser que solo se reconoce y justifica en "los otros" a través del engrandecimiento de su conciencia, enriquecida esta, por posiciones de honestidad y sensibilidad ante la "justicia", como principio que debe considerar como "natural", que al serle usurpado determina la perdida de la "libertad" y que solo puede tener como respuesta ética la rebelión, aun a costa de la vida misma.Rafael Urdaneta Sociólogo Argentino Extracto de “La filosofía de la Liberación”.
Libertad contra Opresión. Dualidad humana permanente
La violencia ha sido por mucho tiempo ya, tachada de la peor de las actividades humanas, lo más salvaje, ignorante, inútil y en general idiota que la gente puede hacer. Claro, hay que mencionar que esta expulsión de la violencia afuera de nuestras mentes y cuerpos, no pasa del simple nivel discursivo, puesto que en el presente siglo XXI lleno de esperanzas, la violencia no ha disminuido ni un céntimo en el mundo, sino es que ha aumentado, las guerras, las enfermedades y malestares mentales, los asesinatos, los suicidios, las adicciones, los divorcios y un amplio etc. están en su punto cumbre histórico. Si bien es cierto que la violencia tiende a ser la causante de muchos de los problemas antes mencionados, también es cierto que el discurso hipócrita de la paz, la equidad, los buenos valores religiosos y el cuidado de la moral de los demás, lo es de igual manera, puesto que el ser humano tiene una gran tendencia a cuidar, por no decir controlar a los demás, en orden de salvaguardar la propia posición de poder , mientras que se auto inyecta grandes dosis de permisividad lo cual tiende a llevar invariablemente a cometer injusticias de cualquier índole y calibre, muchas veces siendo, la misma violencia, el medio para detenerlas y llegar a la nueva libertad.Es de mí opinar que la violencia está demasiado satanizada y la libertad demasiado idealizada y esto ocurre porque se tiene una visión demasiada simplista de estas. El ser humano es un ente natural en su base, somos organismos biológicos, los cuales venimos prediseñados de cierta manera, con instintos y rasgos de actuar infundidos por nuestra misma genética; y uno de los rasgos que la madre naturaleza impuso en todos sus hijos, es la capacidad de hacer violencia para defender la propia libertad, si se quiere entender a la capacidad de vivir establemente lo mas largamente posible y en el estado de mayor capacidad de acción propia posible.A continuación se hará un breve análisis de lo que significa la violencia y libertad para los seres vivos.
Violencia: Un ser vivo es una estructura sistémica de células vivas, todas trabajando en conjunto para poder sobrevivir como una gestalt. Esta gestalt orgánica, necesita materia prima para poder trabajar y llevar a cabo sus procesos, sin embargo esta materia prima no es inerte ni mucho menos, infinita y abundante; desde tiempos inmemorables, la única fuente de energía para la vida, es la depredación de la vida misma, de ahí el uroboro como el símbolo del mundo, la serpiente que se muerde su propia cola en una danza infinita. La vida necesita la destrucción, consumo y posterior procesamiento de la misma materia biológica para poder funcionar y de paso mantener su libertad. No hay entonces, ningún ser vivo que no exista y se mantenga gracias a la destrucción y asimilación de otro. De esta ley eterna, natural e innegable, surge la teoría de la cadena alimenticia, donde es bien claro que los seres vienen al mundo a crecer, comer, evitar ser comidos, reproducirse y posteriormente morir para ser asimilado por otros seres, generando así un sistema de competencia generalizado al cual se le llama selección natural. Para lograr los objetivos esenciales de comer y de evitar ser comido, hay un mecanismo que es absolutamente necesario e inevitable, y este es la violencia. Gracias a la violencia los seres vivos compiten en duelo y se decide quien comerá y quien será comido, gracias a la violencia, la vida se mantiene, es un mecanismo tan innato y natural a nosotros como lo es hambre, el deseo sexual o el impulso de proteger a los que consideramos los nuestros, si es que consideramos a alguien así, por supuesto. Libertad: el concepto de libertad como lo queremos emplear los seres humanos, esto es, un derecho inalienable y un principio básico de lo propiamente humano, simplemente no existe en ningún lugar en la naturaleza. La libertad natural viene directamente asociada a la capacidad de adaptación de un organismo al medio ambiente, y uno de los mecanismos de adaptación más importantes es justamente la violencia, puesto que es la manera de conservarnos con vida ante las amenazas de otros seres vivos además de que nos permite luchar por nuestro “derecho” a perpetuar nuestros genes en una siguiente generación. Para ponerlo simple, la libertad que un ser vivo puede alcanzar esta en función de que tan bien pueda desplazar o aniquilar a otros seres que compiten en la misma carrera que el. Es la ley de la libertad del más fuerte impuesta sobre el más débil, pues si dejara de imponer su libertad a través muchas veces de la violencia, otros lo harían sobre el.
Y así nace la eterna dicotomía que reza “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, que es ampliamente cotizada en las bolsas de Wall Street.
Ahora, entendiendo que la violencia y la agresión, además de estar impresa en cada uno de nuestros genes como el medio para lograr la homeostasis sistémica, es también prerrequisito esencial para lograr nuestra libertad personal; el mundo moderno y sus guerras, hambres e injusticias comienzan a cobrar sentido. Uno puede observar en la historia de la humanidad, esta dinámica antes expuesta repetirse infinidad de ocasiones, la cual sigue muy patente hoy en día, solo que esquizofrénicamente guardada bajo el tapete y reemplazada por un discurso de índole humanista, libertario y “polliticaly correct”. Ya hablamos de la libertad y la violencia desde el ámbito natural, pero se me acusaría de reduccionista o simplemente idiota, si no reconociera que el ser humano es un ser muy diferente en algunos aspectos que el resto de las criaturas de la tierra. Dos de estas diferencias que considero esenciales aunque no únicas en cualquier ser que se haga llamar humano, radican en su conciencia de la propia muerte, daño y dolor, y en la capacidad que tenemos de transferirnos e identificarnos unos con otros. Al igual que para un niño “mama es el primer otro” y su primer objeto de identificación donde él se puede ver reflejado en ella, los seres humanos tenemos la capacidad de sentir el dolor de otros como nuestro. Entonces tenemos el miedo de la propia falibilidad y fragilidad y por otro lado la capacidad de empatizar con la falibilidad y fragilidad de los otros, generando uno de los primeros y más viejos contratos del ser humano con sus iguales “NO Mataras” (al menos a tus anchas e indiscriminadamente). Este no mataras, que se encuentra en todas las leyes y religiones del mundo sin importar cuál sea la cultura, es el primer intento de reconocer una libertad propiamente humana, la de la vida y la homeostasis propias sin tener que luchar y quitarle estas mismas a otros. Más tarde este principio fundamental de respeto y cooperación a los “derechos” de vida del otro, se expandió a casi todas las demás actividades del hombre (con sus muy particulares altibajos en cuanto a nivel de éxito). EL máximo exponente actual de esta idea seria nuestras leyes, constituciones y “estados de derecho”. Para lograr acercarse a este ideal de poder vivir libremente sin tener que destruir a otros humanos ni usar la violencia, el hombre genera algo que ninguna otra criatura viviente: tecnología, la cual lo acerca a su meta y le da el poder de “vivir civilizadamente”.Pero la creación intelectual humana, siempre será frágil y quebradiza, aunque sea en mayor o menor medida. Como es muy bien definido en el libro El Malestar en la Cultura del Psicoanalista austriaco, Sigmund Freud; para que un ser humano respete a otro, retrase sus deseos y reprima su agresión como medio para conseguir objetivos, este ha de limitar grandemente su potencial y deseos en general, formando así, la represión biológica e intelectual individual y grupal que parece ser tan necesaria en toda cultura que se precie de estable. Pero entonces, vemos una vez más en juego la terna dicotomía del deseo de libertad individual cuyo requerimiento es la agresión hacia los demás. En las culturas, indudablemente habrá individuos excepcionales, no en un sentido necesariamente grandilocuente, pero si en uno situacional. Siempre habrá gente más fuerte, más inteligente, más hábil o simplemente con mejor suerte que el resto de sus congéneres, lo cual indudablemente llevara al ansia de poder hacer lo que a uno le plazca y muchas veces lo que le place al individuo es diametralmente opuesto a lo que está permitido. De ahí la frase de Erich Fromm, “Cuando el individuo siente, la sociedad se tambalea”. Una vez más, el ser humano que quiera hacer cumplir sus deseos individuales y realizar su potencial lo mas que pueda, tendrá que recurrir a la agresión y a la violencia (no necesariamente física), positivamente entrando de regreso al juego de la selección natural, donde lo único que cuenta es la capacidad de uno de dañar y alimentarse de otros, evitando al mismo tiempo ser dañado.
Esto que es aplicable entre individuos de una misma cultura, una misma familia y en general a cualquier colectivo humano en sus diferentes niveles jerárquicos, lo es también a la gran danza general de las culturas. Muchas veces en la historia y como lo seguimos viendo hoy en día, el grado de libertad y desarrollo que una cultura puede alcanzar, suele estar en función de que tanto agreda, consuma, reprima a y evite ser agredida por otras culturas. “Para que exista una Suiza, debe existir una Etiopia”. (Noam Chomsky, Lingüista y Activista Estadounidense).
La búsqueda de la libertad y el desarrollo individual o grupal contra la opresión o bien la competencia de otros a través de la agresión que a su vez coarta desarrollos y libertades, es una de las grandes dualidades de la vida humana, es una ambivalencia que debe ser luchada en los corazones de las personas y superada de la mejor manera posible. Es parte integral de la existencia humana. Por eso negar la violencia y al mismo tiempo ensalzar la libertad, es un discurso a lo mejor esquizofrénico, a lo peor sucio, hipócrita y doble moralista que solo lleva a hacerse justificaciones y racionalizaciones para las muchas veces reprobables acciones que se llevan a cabo en nombre de esta.La búsqueda y deseo de tener libertad, cuando no la hay, indudablemente acarreara consigo el terrible precio de la lucha y la agresión y el riesgo de la propia destrucción en el proceso; no puede ser de otra manera. El precio de la libertad y desarrollo personal, siempre será la de coartar la de otros y luchar encarnizadamente por la propia.Aunque aún hay otra característica humana que se opone a esto, la de imaginar; imaginar justicia, igualdad y desarrollo para todos, imaginar un estado existencial, donde no haya necesidad de oprimir para conseguir libertad. Imaginar conlleva al deseo de plasmar lo imaginado o pensado en algo material, real, no abstracto, algo que todos puedan ver, sentir o tocar. Hay seres humanos que imaginan modelos mecánicos, otros obras de arte, y otros imaginan el cómo podría ser el mundo si cambiaran las cosas. SI la humanidad ha progresado algo desde su salida de la oscuridad animal, ha sido debido a esta imaginación llevada a cabo por miles de seres humanos a través de la historia, con la subsecuente lucha librada, para desarrollar esa imaginación en el plano de lo tangible.
Conclusiones:Tal vez algún día alguien se imagine la forma de acabar con los conflictos de la humanidad, tal vez alguien diseñe un modelo que nos de comida a todos sin necesidad de depredarnos, tal vez se encuentre la forma de convivir y desarrollarnos libremente sin reprimir a nadie; pero no nos engañemos, si alguna de estas formas se llega a imaginar, su desarrollo requerirá pagar el mismo precio que se paga por la libertad: la agresión y la violencia serán requeridas una vez más para imponer las ideas nuevas y reprimir las que están actualmente arraigadas y funcionando.
La violencia es lo que nos priva de la libertad y la violencia es lo que la recupera.
Bibliografía:
Urdaneta, Rafael. 1998, Argentina. La Filosofía de la Liberación. Freud, Sigmund. 1942, Inglaterra. EL Malestar en la Cultura. Edit. PlanetaFromm, Erich. 1989, Mexico. Psicoanálisis de la Sociedad Contemporanea. Edit. Paidos
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